Un perro cría a 3 cachorros de león y, años después, el cuidador del zoo rompe a llorar cuando el león hace lo inesperado

Ethan llevaba casi veinte años trabajando en el zoo, el tiempo suficiente para conocer sus ritmos como los marineros conocen las mareas. Las mañanas le pertenecían, antes de que llegaran los visitantes y el aire se llenara de charla. Le gustaban más las horas tranquilas: las llaves en la cadera, el portapapeles bajo el brazo y el tenue coro de los animales que se agitaban tras los barrotes y las mallas.

Una de esas mañanas, cuando la niebla aún se cernía sobre los pasillos, lo oyó: un leve susurro cerca de la puerta de servicio. Esperaba que hubiera mapaches rebuscando en los contenedores, pero cuando se volvió, dos ojos ámbar le devolvieron el parpadeo desde las sombras. Un perro estaba agazapado cerca del contenedor, enseñando las costillas, con el pelaje enmarañado por la lluvia y la suciedad.