Ethan lo documentaba todo. Páginas llenas de notas sobre el aumento de peso, los patrones de alimentación y los hitos del desarrollo. Pero la verdadera historia era más difícil de escribir. La forma en que los ojos de Bella se suavizaban cuando se acurrucaba a su alrededor. La forma en que los cachorros la seguían como si fuera la única madre que habían conocido. La forma en que, en contra de toda regla, las especies se habían confundido con la familia.
El público lo descubrió por accidente. Un voluntario sacó una foto a través del cristal: tres cachorros de león acurrucados contra un perro, con las colas enredadas y los ojos cerrados por el sueño. La imagen se filtró en las redes sociales y corrió como la pólvora. En pocos días, la cola de entrada al zoo se duplicó. Los niños apretaban la nariz contra las ventanas, los padres susurraban incrédulos.