Unas luces rojas y azules atravesaron el crepúsculo, tiñendo el borde de la carretera de un color inquietante. Tina exhaló temblorosamente y sintió que el alivio se mezclaba con el miedo cuando un coche de policía y una furgoneta de control de animales se detuvieron. Por fin no estaba sola.
Dos agentes salieron y escudriñaron la escena rápidamente, con movimientos bruscos y controlados. Les siguió un agente de control de animales con una larga pértiga y una linterna de gran potencia. Tina les hizo señas con la mano, con la voz entrecortada al intentar explicarles lo que había visto.