Perro llorón se niega a dejar su manta. Una mujer llama inmediatamente al 911 cuando ve lo que está protegiendo

El perro volvió a moverse y golpeó el suelo con la cola. La miró con ojos llenos de algo crudo, casi suplicante. Ya no era agresividad. Era desesperación, como si le rogara que se quedara, que fuera testigo, que aguantara hasta que llegara la ayuda.

A Tina se le hizo un nudo en la garganta. Apretó los brazos contra el pecho, dividida entre el alivio y el temor. Tal vez no se trataba de un bebé. Tal vez fuera algo completamente distinto, algo todavía vulnerable, todavía en peligro. Su certeza se disolvió, pero la urgencia permaneció.