Perro llorón se niega a dejar su manta. Una mujer llama inmediatamente al 911 cuando ve lo que está protegiendo

El perro volvió a gemir y se calló de repente. Tina entrecerró los ojos, con el corazón palpitante. Debajo de la manta, algo se movió. Una pequeña extremidad se apretó brevemente contra la tela antes de soltarse. Una pata, delicada y temblorosa, con garras apenas formadas. No era humana. No era lo que ella esperaba.

Se quedó sin aliento. Era tan pequeño, tan frágil, que su cerebro se esforzó por comprenderlo. ¿Había oído mal los gritos? ¿Había creado una pesadilla a partir de sombras y nervios? La duda la asaltó, royendo la certeza que había alimentado su miedo.