Una niña de 19 años da a luz: cuando el médico le pregunta quién es el padre, rompe a llorar

Aquella noche, en la sala de profesores, se lo confió a su colega Marta. «Si vuelve a mostrar signos de contusión, avisaré», dijo Elise. Marta asintió, en silencio. Ambas sabían que era una promesa que la mayoría de las enfermeras hacen demasiado tarde.

Pasó un mes. El hospital siguió su ritmo habitual de nacimientos, lágrimas y recuperaciones, y Elise casi se convenció de que había exagerado. Quizá Daniel era un poco controlador, pero no cruel. Tal vez el silencio de Olivia era sólo juventud, y no miedo.