Un empleado se harta de su odioso jefe y decide vengarse

Ethan levantó la vista, estudiando al hombre que una vez le hizo traer café y borrar su nombre de las diapositivas. Brad tenía el cuello ligeramente arrugado y la confianza en sí mismo había disminuido, pero no desaparecido del todo. «Gracias, Brad», dijo Ethan con tono uniforme. «Te avisaré si alguna vez necesito un segundo par de ojos»

Cuando Brad se marchó, Ethan se reclinó en la silla y sonrió débilmente. Abrió la presentación limpia y objetiva en su pantalla, sin sabotajes ni engaños, sólo un buen trabajo que por fin llevaba su propio nombre. Por primera vez en años, no necesitaba venganza. Ya había ganado.