Brad no abandonó. Se quedó, tal vez con la esperanza de redimirse o tal vez sólo por Wi-Fi. Cada vez que Ethan pasaba por delante de su mesa, Brad esbozaba una sonrisa tensa que decía tanto «¿Recuerdas cuando yo era tu jefe?» como «Por favor, no me lo recuerdes» La dinámica de poder nunca había estado tan equilibrada.
Bajo la dirección de Ethan, el departamento empezó a funcionar de verdad. Las reuniones terminaban a tiempo. La gente se iba antes de medianoche. Las palabras de moda estaban prohibidas bajo amenaza de café. Cuando alguien decía accidentalmente «sinergia», la sala gemía colectivamente. La desintoxicación cultural fue lenta, pero constante.