La víspera del gran día, Ethan volvió a quedarse hasta tarde, no por obligación, sino por anticipación. La oficina estaba en silencio, salvo por el lejano zumbido de los servidores. Pasó por delante de la mesa vacía de Brad, echó un vistazo a la carpeta que había allí y susurró: «Que duermas bien, Final_Brad_Approved. Mañana saldrás en directo»
La sala de juntas, con paredes de cristal, accesorios cromados y una mesa lo bastante larga como para albergar un pequeño parlamento, brillaba bajo la precisión de los fluorescentes. Platos de bollería sobrevalorada esperaban intactos junto a jarras de café de origen ético. Esto era teatro corporativo en su máxima expresión, y el espectáculo de hoy tenía una estrella muy especial.