Un empleado se harta de su odioso jefe y decide vengarse

En los días previos a la presentación, Brad estaba insufrible. Se pavoneaba por la sala, ensayando frases como un loro motivador. «¡Aprovechemos las sinergias para una ideación escalable!», gritaba a los internos, que asentían con los ojos en blanco. Ethan apenas podía contener una sonrisa. Ya era poesía.

Brad incluso empezó a dar charlas improvisadas al equipo. «Estamos a punto de dejarles boquiabiertos», dijo junto a la pizarra. «¿Esta presentación? Revolucionará el sector» Ethan, sorbiendo su café, murmuró en voz baja: «No tienes ni idea»