Un empleado se harta de su odioso jefe y decide vengarse

Intentó quitársela de encima, pero la ansiedad se aferraba obstinadamente. Cada vez que recibía un correo electrónico de Recursos Humanos, el corazón le daba un vuelco. Cada charla de pasillo entre directivos le hacía detenerse. No era culpa exactamente, sino más bien paranoia preventiva, el reflejo natural de un empleado demasiado acostumbrado a la culpa.

Aquella tarde, Brad pasó por su mesa con una sonrisa de suficiencia paternal. «Oye, colega, buen trabajo con la cubierta. Me has hecho quedar muy bien» Ethan apretó la mandíbula. Otra vez la propiedad, la condescendencia. Pero esta vez, en lugar de ira, sólo sintió una tranquila diversión.