La Guardia Costera levanta un contenedor del fondo del océano y echa un vistazo al interior

Las alertas se concentraban a 20 millas náuticas de la costa. El sonar emitía señales irregulares y los datos se actualizaban más rápido de lo habitual. Sus instintos se pusieron en marcha. Agarró el micrófono de comunicaciones. «Todos preparados. Posible evento de inmersión cerca de la boya 8-Golfo. Quiero el dron preparado y equipos de grúa en espera. Muévanse»

Katherine no perdió el tiempo. Informó a su primer oficial y activó el estado de alerta de la nave. En cuestión de minutos, el Solara atravesaba la niebla matutina con los motores en marcha. Katherine estaba al timón, con una mano en el acelerador y la otra trazando planes mentales de contingencia. Algo no encajaba en las lecturas.