La Guardia Costera levanta un contenedor del fondo del océano y echa un vistazo al interior

La historia no tardó en aparecer en los titulares de todo el mundo. «El asalto a un carguero descubrió trabajadores explotados», rezaba una pancarta. «Atrapados en el mar», decía otra. Las preguntas estallaron en Internet. ¿Quién lo permitió? ¿Quién lo sabía? Pero los rostros de los rescatados decían la verdad: familias antes invisibles, ahora a la intemperie, exigiendo dignidad.

Se sucedieron las declaraciones oficiales. Las empresas se distanciaron. Los políticos hicieron promesas. Pero Katherine se centró en las personas. La investigación no había hecho más que empezar. Puertos ocultos, contratos oscuros, llamadas sin respuesta: todo saldría a la luz. Pero por ahora, las familias estaban a salvo, y eso era lo que más importaba.