La Guardia Costera levanta un contenedor del fondo del océano y echa un vistazo al interior

Era un día como cualquier otro en la vida de Katherine: mar en calma, viento suave y el reconfortante gemido del casco bajo sus botas. Se levantó justo antes del amanecer, como siempre, y se sirvió una taza de café negro antes de salir a la cubierta de su patrullera.

Como capitana del buque Solara de la Guardia Costera, Katherine tenía a su cargo una tripulación rotativa de veinticinco personas y la promesa tácita de proteger vidas en el mar. El océano era su ritmo, su propósito, y aquella mañana el horizonte parecía oro cepillado bajo un sol que despertaba.