Lugares en los que terminar era importante, no para presumir, sino porque detenerse a mitad de camino significaba que algo había ido mal. Ahora confiaban en su juicio lo suficiente como para superar la incomodidad en lugar de retroceder ante ella. Cuando un amigo mencionó una tranquila pared de piedra caliza a unas horas de la ciudad, un lugar que él había escalado hacía años, le pareció bien. Sin clasificar. Sin aglomeraciones.
«Parece que es el lugar adecuado», había dicho Ethan, sin molestarse en ocultar los nervios esta vez. Nora no se rió. Comprobó su mochila, apretó las correas y volvió a mirar hacia el acantilado. «Entonces lo terminamos», dijo simplemente. Aquella mañana aparcaron bajo la pared con una energía tensa y concentrada entre ellos. Sin bromas. Sin dudas.