Una mujer cría a un gatito perdido y descubre horrorizada su verdadera naturaleza..

Las voces resonaron detrás de ella, gritos y silbidos que atravesaban la tormenta. Elise avanzó sola, decidida a alcanzarlos primero. El bosque la rodeaba y las ramas le arañaban la cara. Recordaba a Sombra cuando era un cachorro que maullaba, con sus pequeñas patas aferradas a su manga. Ahora cada recuerdo se retorcía de miedo por lo que había llegado a ser.

Una bufanda azul enganchada en una zarza la detuvo en seco: ramilletes cosidos a lo largo de la tela, los favoritos de Theo. Cerca de ella, las huellas de sus patas rodeaban y se apretujaban junto a otras más pequeñas. A Elise se le aceleró la respiración. Los patrones no eran violentos, no perseguían, sino que acompañaban. Sin embargo, ¿quién lo creería? Para otros, sería un grito de depredador y presa.