Una mujer cría a un gatito perdido y descubre horrorizada su verdadera naturaleza..

Con el corazón martilleándole, Elise se dio cuenta de que el intruso podría haber entrado si Sombra no hubiera intervenido. Después se sentó en el suelo, abrazada al pelaje húmedo del animal, dividida entre la gratitud y el miedo. Sombra le acarició la mejilla, casi con ternura, pero el gruñido seguía resonando en sus oídos. Protector o depredador, ya no lo sabía.

Por la mañana, los coches de policía patrullaban las carreteras cercanas, los agentes llamaban a las puertas preguntando por intentos de robo. Elise no dijo nada. Mantuvo a Sombra escondida en el dormitorio, acariciando su sedoso pelaje y dándole las gracias en silencio. Sin embargo, una oscura pregunta la corroía: si Sombra podía detener a los hombres, ¿de qué otra cosa era capaz?