Una mujer cría a un gatito perdido y descubre horrorizada su verdadera naturaleza..

Aun así, Elise se aferró a la esperanza de que el amor fuera más fuerte que el instinto. Cocinó pollo, tendió mantas y susurró cuentos para dormir. Sombra ronroneaba, acurrucándose a su lado. Sin embargo, la inquietud persistía en sus huesos. Sabía que llegaría el día en que ocultarlo ya no sería posible, por mucho que lo intentara.

En otoño, Sombra llenaba el pasillo y sus hombros rozaban los marcos de las puertas. Elise compró cerraduras más fuertes y reforzó el cobertizo donde ahora lo tenía. Por la noche, merodeaba inquieto, caminando en círculos. Sus músculos se habían quedado pequeños en la cabaña, al igual que el secreto que acuciaba la conciencia de Elise.