Una mujer cría a un gatito perdido y descubre horrorizada su verdadera naturaleza..

Una amiga la visitó y comentó los leves arañazos que tenía en la mano. Elise se rió: «Torpe con las tijeras de podar» Pero cuando la amiga se acercó, Sombra siseó, erizando el pelaje. El sonido las sobresaltó a las dos. Elise apartó al gatito, fingiendo calma, aunque por dentro se le aceleró el pulso. El secreto se hizo más pesado.

Los vecinos empezaron a susurrar que faltaban pájaros y conejos. Elise evitó sus miradas, rezando para que nadie adivinara que el «gato» que vagaba por su patio trasero era el responsable. Limpiaba las patas de Sombra con más frecuencia, observando leves rastros de sangre. Cuando le preguntaban si había notado algo raro, negaba con la cabeza, con el corazón latiéndole con fuerza cada vez que mentía.