Un águila se lleva a su conejito del jardín – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará alucinado!

Reuniendo al pequeño grupo, Samantha empezó a trazar el plan. Deambular por el bosque sin rumbo solo les haría perder tiempo, necesitaban alguna pista sólida, así que buscaron en Google varios artículos sobre el comportamiento de las águilas y decidieron que tenían más posibilidades de encontrar a Pablo cerca de los acantilados rocosos del otro extremo del bosque, ya que las águilas suelen anidar en lo alto, en acantilados o árboles altos.

Un destello de esperanza se encendió en el grupo. Por fin tenían una dirección, un verdadero camino a seguir en lugar de una búsqueda sin rumbo. Samantha se ajustó las correas de la mochila y sintió una tranquila determinación en el pecho. Con Alex y su grupo de voluntarios a su lado, se encaminaron hacia los acantilados, con el corazón acelerado y los nervios crispados por la urgencia.