Un adolescente se enfrenta a la expulsión por tercera vez, ¡y es entonces cuando su madre descubre quién es el nuevo director!

Esa tarde llegó la llamada. Diane había vuelto a interrumpir la clase de la señora Connors, esta vez negándose a leer en voz alta cuando la señalaban. «Se burla de la autoridad», dijo, con un tono de desdén. Carol se disculpó rápidamente, conteniendo la rabia que le invadía. Conocía demasiado bien su voz: la cadencia de la matona.

Cuando Diane volvió a casa, estaba furiosa. «Ni siquiera intenta disimularlo», espetó. «Quería avergonzarme. Quería que todos se rieran de mí» Carol apretó los labios, escuchando sin interrupción. Pensó en sus propios días de escuela, cuando la risa había sido tan hiriente como las palabras.