Un adolescente se enfrenta a la expulsión por tercera vez, ¡y es entonces cuando su madre descubre quién es el nuevo director!

Durante el trayecto a la escuela, Diane jugueteó con la radio, tarareando sin ton ni son. Carol agarró el volante hasta que se le blanquearon los nudillos. Quería tenderle la mano, explicárselo todo, pero las palabras se le enredaban. ¿Cómo iba a contarle la verdad a su hija cuando ella misma apenas se enfrentaba a ella?

Cuando entraron en el aparcamiento, Diane se echó hacia atrás y suspiró. «Otro sermón, otra mañana perdida» Carol la miró, dividida entre la ira y la lástima. «Escucha -dijo en voz baja-, no todo es una broma. A veces, lo que dices se le queda a la gente más tiempo del que crees» Diane puso los ojos en blanco.