Un adolescente se enfrenta a la expulsión por tercera vez, ¡y es entonces cuando su madre descubre quién es el nuevo director!

Aquella noche, el sueño la abandonó. Los recuerdos afloraron en fragmentos: pasillos llenos de risas burlonas, una niña encogida sobre sí misma, la voz de Carol alzada cruelmente, con el eco de los demás. Se tapó los oídos con las manos, pero los ecos persistían. Se dio cuenta de que algunos fantasmas no se desvanecían. Esperaban.

La mañana llegó gris y húmeda. Diane entró arrastrando los pies en la cocina, todavía masticando una tostada, y preguntó: «¿Por qué parece que no has dormido en una semana?» Carol forzó una sonrisa. «Son los nervios. Es un día importante» Mantuvo un tono ligero, aunque se le oprimió el pecho al pensarlo.