Los días se convirtieron en semanas. Eleanor empezó a llamar a Daniel llorando. «La junta nos está presionando», confesó. «La empresa de Mia es nuestra última opción» Daniel no sabía qué decir. Durante años, su madre había manejado todas las palancas. Ahora, ninguna funcionaba.
En el trabajo, los colegas susurraban admiración. «Manejaste el caso Whitmore limpiamente», comentó uno. «Debió de ser una negociación dura», dijo alguien. Mia sonrió débilmente. «Una negociación justa», corrigió. La palabra quedaba ahí, «justa», un concepto que su familia política nunca le había transmitido hasta ahora.