En aquel momento, Ashley se dio cuenta de que ella y la hija muerta tenían casi la misma edad. La idea la había inquietado por alguna vaga razón. Hacía que cada interacción se sintiera ligeramente cargada, como si su sola presencia marcase el avance del tiempo cuando la vida de otra persona se había detenido sin previo aviso.
Desde el principio, Rowena mantuvo una distancia emocional que parecía deliberada. Era educada y serena. Aunque nunca fue cruel, tampoco era muy cálida. No se entrometió ni se excedió. Se mantenía lo suficientemente alejada como para que Ashley nunca supiera si estaba siendo respetuosa o si la mantenía a distancia.