Rohan continuó su vida como agricultor, abrazando la serenidad que ello conllevaba. Contemplaba los verdes campos y sentía paz. Las vueltas y revueltas de su vida habían sido impredecibles, y a veces inimaginablemente difíciles, pero le habían conducido a este momento de tranquila satisfacción. Su historia es un testimonio de la imprevisibilidad de la vida y un recordatorio de que, por extraordinario que sea el viaje, la fuerza para resistir y vencer reside en todos nosotros.