Una vez liberado, el cachorro corrió hacia su madre, que lo acurrucó para protegerlo. El alivio invadió a Mike, con lágrimas en los ojos. Los guardas le desataron y luego fueron a ayudar a Nicole, que temblaba pero estaba ilesa. Los agentes les dieron mantas y les guiaron hasta un lugar seguro.
Uno de los guardabosques más veteranos reconoció a Mike del pueblo. Les dio las gracias a ambos por su valentía y rapidez de reacción, haciendo hincapié en que la red de cazadores furtivos había permanecido oculta durante meses. Su llamada y la ayuda involuntaria del oso condujeron a una redada crucial. Mike exhaló, mareado.