Una mujer sigue a un lobo hasta el mar tras acercarse a ella en la playa: lo que encontró le rompió el corazón

Así que siguió adelante, con los pies resbalando en la pizarra húmeda y el corazón latiéndole más fuerte que el eco de las olas en el pasillo de piedra. Llegaron a una cala escondida. No se parecía en nada a la playa que había dejado atrás.

La orilla estaba llena de escombros: boyas de plástico rotas, cuerdas deshilachadas, barriles oxidados y manchas de lodo oscuro que se adherían a todo en sucias manchas. Un olor dulzón y enfermizo surgía de todo aquello. El lobo trotó hacia delante, con el hocico bajo, zigzagueando entre los montones de basura en dirección al sonido de unos débiles gemidos.