Después de repetidas advertencias, ya había tenido suficiente: ¡mira cómo el karma detuvo a este chico revoltoso!

La mujer asintió vagamente, sin prometer nada, y siguió tecleando. Unos segundos después, Claire volvió a oír la risa del chico, que ya corría de vuelta hacia el agua. Claire cogió el termo y bebió un sorbo largo y lento, intentando que el frescor se llevara la frustración.

Pero la verdad era que ahora sólo sentía que el tiempo corría, una cuenta atrás hacia el momento en que su paciencia se agotaría por completo. Claire trató de volver a su libro, diciéndose a sí misma que el gesto poco entusiasta de la mujer era suficiente. Pero era una ilusión.