Después de repetidas advertencias, ya había tenido suficiente: ¡mira cómo el karma detuvo a este chico revoltoso!

Claire volvió a mirar a la madre, esperando alguna señal de alarma. Pero la mujer se limitó a rozar sus pantalones cortos con las palmas de las manos cubiertas de arena, sacó de su bolso un elegante portátil plateado y empezó a teclear sin mirar siquiera a su hijo.

Claire se preguntó si de verdad le daba igual que él corriera hacia el agua ¿O es que no le importaba? En cualquier caso, era una especie de calma indiferente que Claire no sabía si envidiaba o resentía.