Su padre dijo que el granero estaba prohibido, pero lo que encontró dentro tras la herencia lo cambió todo

Sus dedos rebuscaron sin saber muy bien qué buscaba. Al fondo encontró una fotografía arrugada de su padre con ella en brazos cuando era un bebé, los dos cubiertos de heno y riendo. Parpadeó con fuerza. Siguió adelante. En la siguiente bolsa había más de lo mismo: cuadernos con las páginas pegadas, judías en conserva caducadas, un reloj de pared roto que aún marcaba las 6:13. Luego vino una botella de vino, polvorienta y sucia.

Luego vino una botella de vino, polvorienta pero intacta. Le dio la vuelta y sonrió con amargura. Un cabernet de 1993 con un post-it: «Por un día digno de recordar» La tercera bolsa se le resistió. El plástico se estiraba y se negaba a romperse, así que la cogió y la golpeó contra el muro de hormigón, frustrada.