Cada paso crujía bajo su peso, pero aguantó. En el fondo, sus botas aterrizaron en tierra compacta. Las paredes estaban revestidas de hormigón en bruto y paneles de madera, parcheados en algunos lugares con viejas chapas de hojalata. El espacio era más amplio de lo que esperaba, más que el propio granero, y más frío.
Pasó lentamente la linterna por la habitación. Estaba abarrotada. Un sillón reclinable, desgastado, apoyado contra una pared, al que le faltaba una pata. Había un archivador metálico abierto, con los cajones vacíos y oxidados. En los estantes había cajas de papeles sueltos, periódicos amarillentos y marcos de fotos rotos.