Su padre dijo que el granero estaba prohibido, pero lo que encontró dentro tras la herencia lo cambió todo

Claire Whitmore no esperaba un agradecimiento, y mucho menos un aplauso. Pero mientras estaba de pie en el camino de grava de la casa de su infancia, viendo a sus hermanos beber whisky y reír en el porche, una opresión familiar se deslizó en su pecho. El dolor no era nuevo. Sólo que ahora era más fuerte.

El funeral había terminado hacía horas. Los invitados se habían marchado. Sólo quedaba la familia, lo que quedaba de ella. El granero estaba solo en la distancia, desgastado y ligeramente inclinado, como si hubiera estado aguantando la respiración para este día. Claire no había entrado en más de una década.