Su padre dijo que el granero estaba prohibido, pero lo que encontró dentro tras la herencia lo cambió todo

El granero no era un regalo. Era una broma, un último insulto envuelto en madera desgastada y vigas podridas. Mientras sus hermanos se peleaban por propiedades inmobiliarias y cuentas bancarias, Claire se quedó sola en el borde del campo, mirando el techo hundido que ahora era de su propiedad. ¿Su herencia? Polvo y silencio.

Se rieron cuando les dijo que lo estaba limpiando. Le dijeron que rebuscara entre los trastos y tal vez encontrara algo brillante. Bryan tuvo el descaro de brindar por ella con vino que no le habían ofrecido. Sam sólo se rió y dijo: «Tienes lo que te mereces»

No se había quedado por dinero. Renunció a su trabajo, a su vida, para cuidar del padre al que no se molestaban en visitar. Y aún así, la veían como menos valiosa, menos merecedora. Pero el granero guardaba la memoria de su padre. Y ella no se iba a ir.