El montículo de su jardín crecía y entonces decidió desenterrarlo..

Tanteó el teléfono con manos temblorosas y se le quebró la voz al llamar a emergencias. Walter pudo oír cómo se esforzaba por explicarlo entre respiraciones de pánico: explosivos enterrados, granadas oxidadas, una caja metálica que no debería existir. El tono de la operadora cambió de inmediato: cortante, urgente y autoritario.

Marie tiró de Walter hacia los escalones del porche, insistiendo en que permaneciera sentado y quieto. Las manos le temblaban incontrolablemente. Siguió repitiendo el momento en que la pala golpeó el metal, imaginando fragmentos de acero oxidado que salían despedidos. ¿Y si detonaban las bombas? El mundo a su alrededor se sentía frágil, como si el propio suelo contuviera la respiración.