Walter le apretó la mano y esbozó una fina sonrisa. «Me detendré si encuentro algo peligroso», le aseguró, aunque un nudo de ansiedad se le apretó en el estómago. A pesar de sus preocupaciones, se sentía obligado, incluso impulsado, a descubrir lo que se ocultaba bajo su apacible vida.
Marie se quedó un momento más antes de volver a entrar, mirando dos veces por encima del hombro. Walter sabía que su cautela provenía del amor, pero su inquietud sólo agudizó su atención. El montículo ya había esperado bastante. Hoy por fin se enfrentaría a él.