Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Nunca aparecieron pruebas. No se presentaron cargos. Sin embargo, el rumor se aferró como la hiedra al edificio, ahogando su memoria. Andrew recordaba haber oído discusiones en voz baja cuando era niño: su padre insistía en que Henry era inocente, su madre susurraba que la inocencia no explicaba tanta distancia, tanto rechazo a volver a casarse o a rehacer su vida.

Eso le preocupaba ahora, mientras recorría los pasillos resonantes de la casa. Henry había muerto solo, sin hijos, sin compañeros y sin amigos lo bastante cercanos para elogiarlo. ¿Qué clase de hombre se aferraba a una propiedad decadente hasta su último aliento, negándose a dejar entrar a nadie, como si protegiera algo más que los ladrillos?