Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Dentro de la casa, reunió herramientas: martillo, cincel, palanca. Colocarlas junto al arcón fue como prepararse para una operación. Volvió a arrodillarse, sudando a pesar del frío. Le temblaba la mano cuando empuñó el martillo, dispuesto a golpear. Pero vaciló, atenazado por el peso de la anticipación.

Golpeó una vez. La banda de hierro gimió, levantando polvo. Golpeó de nuevo, con más fuerza, y el metal chilló en señal de protesta. La cerradura tembló, pero resistió. Los brazos de Andrew temblaron por el esfuerzo. Se detuvo, con el pecho agitado, mirando el pozo de óxido como si fuera a tragárselo entero. Estaba claro que sería más de un día de trabajo.