La niñera oye ruidos en el piso de arriba, así que el padre comprueba la cámara oculta y capta una pesadilla en su cocina

Su entrada no fue dramática, pero algo en su expresión sorprendió a Kayla. Sabrina parecía serena, perfectamente serena. Ni un pelo fuera de su sitio, ni una arruga en la blusa. Pero su sonrisa no le llegaba a los ojos y, por un instante, pareció… sorprendida. Casi inquieta.

«Tú debes de ser Kayla», dijo Sabrina, con voz agradable pero distante. «Bienvenida La calidez del saludo de Mark no se reflejó en el suyo, y Kayla sintió que su postura se enderezaba instintivamente, como si necesitara demostrar que pertenecía a aquel lugar.