Ella dudó antes de contestar. «Yo sólo… vine por mi cuaderno. Y no sabía a quién contárselo, pero lo que he oído hoy… no era la casa asentándose. Había alguien ahí arriba» Mark inhaló suavemente, la preocupación parpadeando en sus rasgos.
«Kayla», dijo con dulzura, «hiciste bien en decírmelo. Ojalá hubieras llamado antes, pero… gracias. De verdad. No sé qué es esto, pero me encargaré de ello. Y por favor, si vuelves a sentir algo raro, llámame enseguida»