Aquella tarde, mientras Tommy dormía la siesta en el sofá, Kayla por fin se armó de valor para mencionar uno de los pequeños momentos extraños. No los ruidos, no quería parecer dramática. Sólo algo sencillo. Seguro.
Esperó a que Sabrina volviera del trabajo y, al entrar, sus tacones chocaron suavemente contra el suelo de madera. Sabrina dejó el bolso y preguntó, sin levantar la vista: «¿Qué tal ha estado hoy?»