La revelación les dejó tambaleándose, con sus emociones convertidas en un torbellino de dolor, rabia y confusión. Amaban profundamente a Eva y querían quedársela para siempre, pero sabían que tenían que hacer lo correcto. Eva pertenecía a su verdadera familia y no podían ignorar la grave injusticia que la había alejado de ellos.
Tras una noche en vela de reflexión y conversaciones entre lágrimas, Natalie y Adam decidieron devolver a Eva a su familia en Uganda. La decisión pesaba mucho en sus corazones. La idea de renunciar a la niña que habían llegado a querer como si fuera suya era casi insoportable. Sabían que Eva tendría más oportunidades de llevar una vida cómoda en su país, pero también sabían que no podían ignorar el vínculo que la unía a su familia biológica.