Cuando María abrazó a Eva, sus sollozos se calmaron y besó suavemente la frente de su hija. Miró a Natalie y a Adam, con los ojos llenos de gratitud. «Gracias», dijo con la voz entrecortada. «Gracias por devolverme a mi hija. Nunca dejé de esperar, nunca dejé de rezar para volver a verla»
Natalie se adelantó y abrazó a María con fuerza. «Estamos muy contentas de haberte encontrado», respondió, con voz temblorosa. «Eva ha hablado tanto de ti y de sus hermanos. Sabíamos que teníamos que descubrir la verdad»