El director del zoo tomó una decisión audaz: usar la calma. Ordenó a un equipo de rescate que se acercara lentamente mientras otros cuidadores distraían al resto de la tropa con comida en el otro extremo del recinto. Koko observó cómo se acercaban los rescatadores, pero mientras sus movimientos fueran lentos y no amenazadores, permaneció tranquila, como una centinela silenciosa.
Ayudaron a Arthur a ponerse en pie y lo guiaron hasta una escalera. Cuando empezó a subir, miró por última vez al gran simio que inexplicablemente le había salvado. Koko lo miró durante un largo rato antes de volverse para reunirse con su tropa.
La historia se hizo rápidamente viral. Medios de comunicación de todo el mundo compartieron imágenes del insólito encuentro. Pero el público no conocía la desgarradora razón del comportamiento de la chimpancé hasta que un cuidador del zoo explicó la reciente pérdida de Koko.