Mientras estaba sentado en el sofá, oyó regresar a los dueños de la casa. Este es el momento de una película americana en el que aparece la escopeta de bombeo. A John casi se le para el corazón cuando se encontró cara a cara con el dueño de la casa, Virgil Schmitz. «Le dije que mi coche estaba en la cuneta y que me estaba congelando», recuerda John. En lugar de llamar a la policía -o algo peor-, Virgil y su novia se echaron a reír.
«Vimos tu coche ahí abajo, pero nunca imaginamos que alguien pudiera estar dentro de nuestra cocina» En lugar de una escolta policial, John consiguió un trozo de tarta de ruibarbo y un lugar caliente donde dormir. «Eran otros tiempos», dice. «La gente no estaba tan paranoica como ahora»