Un hombre compra un Chevy Caprice a una anciana y se encuentra una conmovedora sorpresa en el maletero

Un viaje al pasado

Cuando Daniel por fin vio el coche en persona, fue como entrar en una cápsula del tiempo. Los asientos de ante granate parecían intactos, el cromado brillaba y el cuentakilómetros marcaba poco más de 56.000 millas. Incluso los ceniceros estaban impecables. Bajo el capó, todas las pegatinas y etiquetas permanecían intactas, prueba de décadas de cuidadosa propiedad. Todos los detalles gritaban nostalgia: el embellecedor de imitación de madera del salpicadero, el adorno del capó exhibido con orgullo e incluso el espejo opcional del acompañante que faltaba y que la primera propietaria había decidido que no necesitaba. Era un hallazgo excepcional: una pieza de la historia del automóvil congelada en perfecto estado.

El regalo inesperado

Pero la verdadera sorpresa estaba en el maletero. Entre las ruedas de repuesto había un rollo de papel higiénico perfectamente envuelto. Extraño a primera vista, pero en cierto modo apropiado. Era un pequeño recuerdo humano de la vida cotidiana del coche. Era como si la anterior propietaria hiciera un guiño a la practicidad, el cuidado y el humor. Daniel se enteró más tarde de que el suegro de la mujer le había regalado un termostato para el coche, otro ejemplo del tipo de sencillez reflexiva que marcó su largo viaje.